Los primeros punks caraqueños fueron parte de la fauna asidua al Bulevar de Sabana Grande. Sin embargo, algunos de ellos comenzaron a sentir que desencajaban allí y comenzaron a frecuentar el Café Rajatabla, en las inmediaciones del Ateneo de Caracas, donde se respiraba un ambiente de creatividad y tolerancia. Aquellos jóvenes se reconocieron unos a otros, se hicieron tribu y crearon una identidad basada en la manera de vestirse y peinarse, pero también por las ideas políticas radicales, que condicionaban lo que leían, pero especialmente las bandas que escuchaban. Aquella comunidad tomó el nombre del Colectivo Rajatavla, interviniendo el logo de la Liga Socialista para dar a conocer su agitación punk.

De sitio permanente de reunión el Colectivo Rajatavla mutó a nodo de contracultura de “punk rojo”, creando sus propias publicaciones, los fanzines “Voz Sub-urbana”, “Caracas, Resiste y Ataka”, “Corrupción CAP”, “Arma blanca” y “Acción de Masacre”, entre otros, pero especialmente bandas como Deskarriados, ¿Odio que?, 27-F, En Contra y Víctimas de la Democracia, por recordar algunas, que fueron sus principales artefactos propagandísticos. De los escenarios y las fotocopias los “Rajatavla” pasaron a la agitación callejera, siendo presencia permanente los días jueves en la Puerta Tamanaco, Ciudad Universitaria, para materializar la consigna “Capucha símbolo de lucha”.

Quienes recuerdan aquellos días no pueden precisar el momento en que empezaron a desintegrarse. Algunos se fueron del país, otros se cansaron de las peleas con la policía y con otros punks, unos sufrirían las consecuencias de la represión, menos se aburrirían de la música y el resto transitaron otros caminos. Hoy el Ateneo ya no es lo que era, pero en sus esquinas se pueden escucharse todavía el eco de las historias, mitad verdaderas mitad mitos urbanos, sobre los punks de Rajatavla.