│Cap.06│

Crepúsculos impresos con fanzines. Cuando Barquisimeto fue capital nacional de la prensa subterránea

capÍTULO

06

Crepúsculos impresos con fanzines. Cuando Barquisimeto fue capital nacional de la prensa subterránea

RESUMEN

En 1992 no existía twitter, Instagram ni Facebook. En ese momento, fuera de Caracas, la propia internet sonaba como algo de ciencia ficción. Ya había pasado la crisis económica del viernes negro, y la política del Caracazo, con lo que el sueño de la “Gran Venezuela” se había hecho pedazos. La juventud, en medio de la crisis de referentes, no sólo tuvo que inventar la música con la que pudiera identificarse, sino también publicaciones con los temas y enfoques que le interesaran. Es así como en la capital del estado Lara, Barquisimeto, un grupo de jóvenes decidieron sortear el tedio y el aburrimiento escribiendo e imprimiendo sus propios periódicos. Ciudad pequeña, infierno grande: Más temprano que tarde comenzaron a andar juntos, creando el “Grupo de Editores Alternativos” (GEA).

Influenciados más por el Mayo Francés y la Contracultura que por la revolución cubana y la teología de la liberación, aquellos editores guaros crearon una serie de cabezales, tan diversos e irreverentes, como ellos mismos: Caput Juves, El Caleidoskopio, El Provo, ¿Qué hay de nuevo viejo?, Panfleto Radical, Vía Subterránea, S.O.S, Mentes Abiertas, Anoche-ska, La Cuarta Hoja del Trébol, El Clandestino, No Sumisión. Según un cálculo, aquella energía movimientista, que duró entre los años 1992 y 1994, generó 19.000 copias de prensa subterránea en imprenta, sin contar con las decenas de piezas fotocopiadas adicionales. Una rareza en el panorama editorial nacional.

No obstante, aquellos eran días convulsos. Los alternativos imprimieron, hicieron actividades y finalmente abrieron un kiosco de prensa heterodoxa, al lado del Teatro Juares de la ciudad. El 12 de agosto de 1993 aquella rara instalación de metal amaneció incendiada. El clima de conspiración y persecución que desataron los dos intentos de golpe de Estado de 1992 no eran un juego. El kiosco volvió a abrirse, pero sus llamas lograron su objetivo final de neutralizar aquella efervescencia editorial juvenil, que comenzó a languidecer progresivamente, hasta desaparecer, bajo la sombra de los crepúsculos larenses.

Rafael Uzcateguí

Sociólogo, libertario y defensor DDHH

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